Estimados Hermanos/as:
Estamos inmersos en la Cuaresma, tiempo de conversión, tiempo de renovación de nuestro espíritu, tiempo de preparación para llegar a la Semana Santa, los días más importantes dentro de nuestra esencia cristiana.
Rememoramos en nuestras calles, en nuestros templos y, sobre todo, en lo más profundo de nuestro ser: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Junto a la cruz de Cristo siempre a su lado estuvo la Virgen. María de los Dolores y de la Soledad. Una madre nunca abandona al hijo que lo necesita, una madre nunca deja solo a un hijo en los momentos más difíciles, aún cuando todo el mundo lo había abandonado. Una madre, es una madre. Y la Virgen fue, ante todo, Madre. Mujer fuerte, valiente, capaz de soportar que "una espada de dolor le atravesar el alma". Siempre al lado de Jesús: cuando lo vio cargando con una cruz: la Madre de los Dolores; cuando lo vio colgado del madero: la Madre del Calvario; cuando lo tuvo muerto entre sus brazos: la Madre de la Piedad; cuando lo acompañó a su sepulcro: la Madre de la Soledad.
Y todas esas advocaciones son con las que nuestra Hermandad la honra, sin olvidar su infancia, en la Virgen Niña o sin poder olvidar tampoco a la mujer valiente, que no dudó en limpiar el rostro de Cristo camino del Calvario: La Verónica. Así como al propio Cristo, a quien la noche del Viernes Santo adoramos su cruz bajo el título de la Vera Cruz, la advocación más antigua de España. No dejemos nosotros sola a María por nuestras calles. Acompañémosla en su Soledad y en su Dolor. Sepamos ser como las mujeres valientes de Jerusalén, o como San Juan y Santa María Magdalena, que fueron los único que no abandonaron al Maestro y sostuvieron el dolor de la Virgen Madre. Caminemos, en silencio, al lado de la Virgen, intentando portar, junto a Ella, la corona de espinas de Cristo y de los sufrimientos de muchas personas que cerca o lejos de nosotros llevan sobre sus hombros todo tipo de sufrimientos.
Que María, Virgen de la Soledad y de
los Dolores, que es la Madre de la Misericordia, ponga a nuestra Hermandad, la
suya, bajo el amparo de su manto de Madre.
La
Junta Directiva de nuestra Hermandad
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