Bienvenidos al blog del Grupo Joven de la Real, Servita y Franciscana Hermandad de la Soledad, de la Vera Cruz y de San Cristóbal de Villarrubia de los Ojos. Esta herramienta virtual pretende ser el reflejo del emprendimiento personal que un grupo de jóvenes de la Hermandad de "los blancos" ha querido llevar a cabo para colaborar en estrecha unión con nuestra cofradía. A través de esta página queremos, además, haceros partícipes de todos los proyectos e iniciativas que nuestra Hermandad desarrolla o quiere poner en marcha en un futuro próximo, así como diferentes actos relacionados con la Semana Santa de Villarrubia, declarada de Interés Turístico Regional desde 2014, y la religiosidad del municipio. Ante cualquier duda, queja o sugerencia, podéis dirigiros a la siguiente dirección de e-mail: grupojovensoledadyvera-cruz@hotmail.es







martes, 20 de marzo de 2018

Carta en la última Semana Santa de don Jesús Manuel Plana como Hermano Mayor

Estamos acostumbrados a visualizar desde este blog algunas cartas para vivir la Semana Santa bajo la visión de otras personas. Anualmente, contamos con algún miembro de la Junta Directiva para escribir estas líneas. 

En esta ocasión, volvemos a contar con las palabras de Jesús Manuel Plana Morales, pero esta vez la última como Hermano Mayor de nuestra Hermandad, ya que ésta será la última Semana Santa a la cabeza de nuestra Cofradía tras 16 años al frente de "los blancos".

Con estas palabras, Jesús Manuel se despide de los hermanos de la Soledad como Hermano Mayor. Vaya desde aquí nuestro agradecimiento por sus años de dedicación, pasión y corazón con la Hermandad y con nuestro Grupo Joven:

Hace cuatrocientos años comenzaba una historia: la de la Hermandad de la Soledad, de la Vera Cruz y de San Cristóbal. A aquellos hombres y mujeres del año 1614 sólo les movía una cosa: sacar a las calles la fe que llevaban dentro, y lo hacían mediante las imágenes que, siglo a siglo, han permanecido vivas en el corazón y en la historia de Villarrubia de los Ojos, así como ayudar a los hermanos que más lo necesitaban. Para eso surgió la Hermandad de los Blancos. Para eso surgió nuestra Hermandad.

            Muchos han sido los avatares que los hombres y mujeres villarrubieros, con el corazón muy blanco, han tenido que vivir durante estos cuatro siglos, pero la ilusión que movió a nuestros fundadores se ha mantenido viva, permitiendo que hoy, nosotros, podamos llevar con mucho orgullo el nombre de Soledad y Vera Cruz. Si nuestros mayores levantaran la cabeza, se sentirían orgullosos de que sus más de 1200 hermanos lleven muy a gala ser BLANCOS. Los hombres y mujeres  fundadores se sentirían agradecidos de todo lo que hemos luchado y de todo lo que hemos conseguido. Pero, sobre todo, se sentirían orgullosos de que todo eso no ha sido ni es para nosotros, sino que es para y por la Virgen y para la historia de Villarrubia de los Ojos, de nuestro pueblo. Porque nosotros nos iremos y las cosas permanecerán.

             Comenzamos una nueva etapa en nuestra Hermandad. 16 años han pasado desde aquel 10 de marzo de 2002 en el que empezábamos con más ilusión que experiencia una nueva andadura en la historia de nuestra Cofradía. Un “hola” que llegaba aquella primavera y que, a pesar de haber pasado 16 años, ha sido como un suspiro, una leve brisa que siempre ha llevado un nombre: SOLEDAD.

Ahora toca decir, no “adiós”, que esa palabra no debe existir en nuestra Hermandad, sino simplemente un “hasta luego”, porque cuando alguien lleva algo muy dentro del alma no puede desprenderse de ello.

            Pero sí toca ceder el testigo, dar un paso al lado y dejar lo que más se ama en buenas manos, manos que le sigan echando levadura a la masa que se ha forjado en 400 años de historia.

            Muchas veces hemos sentido, en nuestros años de entrega al Corazón de la Virgen, cansancio, hastío, y muchas veces hemos sentido el deseo de abandonar. Pero siempre ha habido algo más grande que nos ha movido por dentro, y que no ha sido otra cosa que nuestra fe, el amor tan grande que le tenemos a la Virgen, y el deseo de no defraudar a la gente que depositó su confianza en nosotros.

            Echo la vista atrás y veo con mucho cariño a todas las personas que la Virgen de la Soledad ha ido poniendo en el camino, algunas siguen al pie del cañón, otras se quedaron. Pero sobre todo le doy muchas gracias por haberlas conocido. Y le doy infinitas gracias, ya que nuestra Virgen de la Soledad ha permitido que personas que jamás hubiésemos coincidido en la vida, hoy seamos más que compañeros. Porque lo que nos une es muy grande, porque lo que nos une es Ella: La Virgen. Nuestra Madre. Y ya sabéis cómo son las madres. Tienen un corazón tan grande que perdonan todos los fallos de los hijos. Y sólo las Madres son capaces de unir a sus hijos, por muy dispersos que sean, y sólo ellas saben hacerlo porque saben amar. El amor es lo único que las mueve y el motor de su vida. Y las que sois madres sabéis que no me equivoco en nada de esto que digo. Por tanto, ¡cómo no nos va a perdonar y unir la Virgen!

            A los miembros de mi junta directiva  les digo que a veces las cosas no han sido fáciles, pues no me daba cuenta de que todo el mundo no tiene el tiempo del que yo dispongo. Por eso les pido perdón, por intentar exigirles hasta el límite. Pero sólo les digo una cosa: siempre lo he hecho porque el amor a nuestra Soledad fuese lo más grande. Hoy les pido perdón por mi falta de paciencia. Pero también tengo que decir otra cosa: que quiero a la Hermandad con toda mi alma. Que a veces el querer a las personas debería demostrarse con hechos o con palabras. Y yo tengo un fallo y es que nunca lo hago. Pero eso no quiere decir que no os aprecie. Al contrario, ¡cómo me gustaría que supierais lo dentro que estáis de mi alma! Cada día le doy gracias a la Virgen por haberos conocido a vosotros y a vuestras familias, le doy gracias por vosotros y por vuestras familias, le doy gracias por haber regalado a la Hermandad personas que luchen por ella, que se entreguen por ella, que trabajen, día tras día, año tras año, por Ella.

            Estos años me han servido para darme cuenta de muchas cosas. Ha sido un carro del que teníamos que tirar para que saliera adelante. Y todos, y digo todos, de una forma u otra hemos empujado. Nadie puede hacerlo solo. Hemos luchado por conseguirlo. Hemos trabajado mucho, hemos tenido desencuentros, porque todo es necesario también en esta vida, pero al final, y eso es lo que os hace grandes, hemos olvidado, hemos perdonado y hemos seguido adelante, y eso sólo ha sido posible por una cosa: porque hay algo muy grande que nos une: María de la Soledad.

            Es el momento de echar la vista atrás. Me gustaría agradecer a todas y cada una de las personas que han estado estos 16 años a nuestro lado. Sé que eso es imposible, porque han sido muchísimas, pero quiero que sepáis que todas vais dentro, muy dentro de mi alma.

Sin embargo brevemente quisiera dar las gracias a nuestras familias. Sin ellas todo esto hubiera sido imposible. Todo el tiempo que les robamos no tiene precio, sólo la Virgen lo sabe y sólo la Virgen sabrá premiarlas a ellas por su paciencia y a vosotros por vuestra entrega. No lo dudéis. La Virgen lo sabe. Y eso es suficiente. Gracias por vuestra comprensión, porque a veces, en silencio, sois el apoyo que necesitamos. Y siempre lo hacéis en silencio. Caminando a nuestro lado. Gracias, con el corazón y perdón por el tiempo robado.

Gracias a vosotros: Rito, José Luis, Julio, Martín, Mari Carmen, Gregorio, Ángela, Rocío, Alberto, Javi, Ángel, Jesús, Cristina, Luis y Manuel, así como a los que empezaron y por diversos motivos tuvieron que abandonar: José Ángel Cervantes, Ángel Sánchez-Crespo, Santos, José Ángel Crespo, Pablo, María del Señor, Rafa, Emilio, Chusco… Sin vosotros, este presente de nuestra Hermandad no hubiese sido posible. Hoy me siento orgulloso de vosotros y de nuestras familias. La Virgen también se siente orgullosa, nunca dudéis esto. Y, aunque cometamos muchos fallos, las Madres siempre perdonan. Siempre.

            Gracias a nuestro Grupo Joven, siempre con el corazón sensible a tantas y tantas inquietudes compartidas. Gracias a todos, pero Pablo, los hermanos Millán o Alberto, habéis sido los nunca habéis abandonado el camino emprendido. Que vuestra ilusión siga contagiando a todos aquellos que os miren a los ojos y vean en ellos el reflejo y el brillo que sólo nuestra SOLEDAD puede dar.

Gracias a nuestras Camareras, sin ellas no hubiese sido posible parte de nuestra Hermandad. Trabajando en silencio y desde el anonimato hicieron, hacen y harán posible que el corazón de nuestra Hermandad siga latiendo.

Gracias a las Monjas Clarisas, al Ayuntamiento en sus diferentes Corporaciones y  a los Coros y Danzas por remar con nosotros en la misma dirección. Hemos compartido nuestro amor por la Virgen, y eso deja huella.

Gracias a Vicente Sánchez-Crespo y a su junta directiva, de la que algunos formamos parte en su día, porque él me abrió las puertas de este mundo y me enseñó mucho.

            Pero, sobre todo, gracias a todos vosotros, los hermanos y hermanas de mi Hermandad del alma, porque sois la pieza esencial para que esto siga funcionando. Sin vosotros, y sin la Virgen, esto no tendría sentido.

            Pero no sólo es el momento de mirar atrás. Todo lo contrario. Es el momento de mirar hacia delante. Es el momento del futuro. Y con esperanza miramos hacia el horizonte.  A Manuel no le puedo decir nada, pues con él he compartido vida, alma y corazón. Sé que él y tu equipo serán las mejores manos para trabajar por nuestra Hermandad, pues tienen las cuatro cosas necesarias para que esto funcione: ilusión, ganas, amor por la Hermandad y, la más importante, amor por la Virgen. Lo demás vendrá por añadidura.

            Habéis sido los agraciados. La Virgen los ha elegido para esta nueva misión. Y en los momentos de duda, de miedo o en las tormentas del alma Ella siempre se acordará de sus hijos, vosotros, que la “Acompañaréis en su Soledad” al lado de nuestros jóvenes.

Hace 400 años empezó a escribirse un libro en blanco… un libro cuya historia continúa hoy escribiéndose... Y miramos con esperanza el futuro. A partir del 23 de julio comenzará un nuevo capítulo en la historia de nuestra Hermandad. Que la Virgen de la Soledad, del Calvario, de los Dolores, Niña, de la Piedad, que es una sola, la Virgen María, nos guíe siempre a nosotros y a nuestras familias. Que nos ilumine siempre. Que nos bendiga siempre. Que siempre esté con nosotros y que nosotros estemos siempre con Ella, “Acompañándola en su Soledad”.

Desde lo más profundo de mi alma, desde aquí les digo a todos nuestros hermanos/as: HA SIDO UN HONOR SERVIR A VUESTRO LADO. GRACIAS.

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