Con las manos, con la mente, con el corazón.
Hace
once años, concretamente en el año 2002, comenzábamos una nueva andadura. La
anterior Junta Directiva ponía fin a diecisiete años de trabajo y proyectos.
Empezaba una nueva etapa en la historia de nuestra Hermandad. Rápidamente la
nueva Junta se puso manos a la obra: aunque se había hecho mucho antes, quedaba
todavía mucho más por hacer. El camino emprendido era largo, pero se comenzó
con ilusión, y pensábamos que había que poner nuestras manos para trabajar con
esfuerzo y conseguir todo lo que teníamos en mente.
Con mucho tesón y sacrificio, en la Semana Santa de 2003 salía a la calle el
primero de los Tronos con los que nuestra Hermandad quería ponerse a la altura
que le correspondía en el panorama de la Semana Santa de Villarrubia de los
Ojos. Así, el Jueves Santo de aquel año, nuestras costaleras recorrían las
calles del pueblo con el nuevo trono de La Verónica.
En
los dos años siguientes pudo verse cumplido uno de los objetivos que nos
marcamos al entrar: no era otro que dotar a nuestra Cofradía de uno de sus
Pasos procesionales que hicieran honor a su nombre: el Misterio de la Vera
Cruz. Fueron cuatro imágenes donadas totalmente a la Hermandad. Mucho trabajo
costó conseguir los donativos para ello, pero finalmente salían a la calle el
Viernes Santo del año 2005.
Pero vimos que nuestras manos no eran suficientes, había
que poner también a trabajar, y mucho, nuestra mente. No había recursos
económicos para las grandes empresas que nos embarcábamos y teníamos que
llevarlas a cabo, era nuestro deber. Seguimos luchando, ya con las manos y con
la mente para que en 2006 nuestros costaleros y costaleras más jóvenes pudieran
lucir un nuevo Trono para portar a su Virgen María Niña. De nuevo, el sueño se
convertía en realidad. Pero sin duda alguna, el esfuerzo, el trabajo y la ilusión
de nuestra Hermandad se vieron recompensados la Semana Santa del año 2009. Muchos
desvelos, sacrificios y esfuerzos se sumaron para dar a luz a dos proyectos
siempre acariciados pero nunca cumplidos. Se hacían realidad dos ambiciosos
sueños que ahora se cumplían: nuestra Hermandad bendecía su Sede-Oratorio y
Casa junto a la Iglesia de la Soledad, y nuestra Virgen (tanto de los Dolores
como de la Soledad) estrenaba su nuevo Trono que, orgullosos, portaron sus
costaleros la noche del Jueves Santo.
Todo esto por no hablar de los múltiples detalles que
iban forjando día a día la historia de nuestra Cofradía, pero que no por ser
pequeños dejan de ser importantes, pues como alguien me suele decir con
frecuencia: “la vida está hecha de
pequeños detalles”: plantación de pinos en San Cristóbal, mantenimiento de
su paraje, construcción de un caseta, tres nuevos estandartes y sus varas,
faroles-guía, túnicas plisadas y un sinfín de pequeñas cosas que engrandecen a
nuestra Hermandad a los ojos de la Virgen y a los ojos de los hombres, las
imágenes de las Santas Mujeres de Jerusalén…
Llegamos a una nueva etapa, en la que nos hemos dado
cuenta que no sólo bastan las manos y la mente: hay que echarle corazón. Y es
lo que hemos venido haciendo en los últimos tiempos: luchar con manos, mente y
corazón por todos y cada uno de nuestro hermanos y hermanas cofrades; luchar
por defender los derechos y deberes de las mujeres y los niños en el Tercer
Mundo con nuestra colaboración directa en proyectos de nuestra Arciprestazgo y
Manos Unidas; luchar por la vida digna de nuestra comunidad, del pueblo en el
que vivimos participando activamente en Cáritas; luchar por nuestra Iglesia
Universal, diocesana y parroquial, no olvidándonos que somos parte activa de la
misma y en la que participamos como catequistas de comunión, monitores de
confirmación, en la pastoral de la salud, en los cursillos prematrimoniales, y
un largo etcétera que hacen que nuestra Hermandad, hoy por hoy, sea testigo
vivo y activo de la Iglesia villarrubiera, sin olvidar nunca nuestra dimensión
social y caritativa, pero sobre no olvidar nunca nuestra dimensión
contemplativa, orante y litúrgica, ya que hemos fomentado la participación de
nuestra Hermandad en la vida litúrgica de nuestra Iglesia, así como los
momentos de oración que nos dan fuerza para seguir adelante.
Y que no quede duda que, sea cual sea el
puesto que ocupemos, seguiremos luchando por Los Blancos, que le pondremos
manos, mente y corazón a la Hermandad, a
algo que sentimos nuestro, que llevamos muy dentro y por la que estamos muy
orgullosos de haber podido trabajar. Gracias a los más de mil cien hermanos y a
todo el pueblo de Villarrubia de los Ojos
por haber estado ahí siempre que os hemos necesitado.
Que
la Virgen, María Santísima de la Soledad, os cubra a todos siempre bajo su
manto.