Un año más, nuestro cura-párroco y consiliario de la Cofradía, don Ángel Julián Plaza Pérez de Madrid, nos escribe unas líneas de reflexión para el tiempo que se nos presenta, una nueva Semana Santa.
Este año, su mensaje está enfocado desde la visión de María donde nos enseña cómo aceptar la soledad y cómo María sobrellevó ese momento.
Os dejamos su texto, aprovechando para agradecer su participación con nosotros un año más, y su cercanía con nuestro Grupo Joven, así como su apoyo en nuestras actividades y actos:
Transitar por la Soledad
"Vamos a adentrarnos en un tiempo de gracia;
pero como todas las cosas que se dan gratuitamente hay que saber recibirlas, y
para eso hay que tener el corazón preparado.
El tiempo de cuaresma tiene que habernos ayudado
a poder recibir el don de participar en los misterios de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; para ello hemos tenido un buena
maestra y compañera: María, experta en acoger en su corazón los toques del
espíritu, capaz de madurar en su intimidad los retos que Dios le proponía,
decidida a transitar por los desiertos de soledad a los que conduce la
fidelidad al Amado.
Tal vez estamos poco acostumbrados a buscar la soledad; más bien identificamos soledad con tristeza y aburrimiento;
tal vez necesitamos aislar nuestro corazón de tantos toques como nos da una
sociedad repleta de exigencias y experiencias que nos llevan a huir de nosotros
mismos, a querer vivir en paraísos virtuales, fruto de no querer adentrarnos en
las arenas del desierto al que nos conduce el Espíritu para encontrar al Amado.
Podemos ceder a la tentación de huir de la soledad, de construir una
pasión a nuestra medida, erigiendo “señores Jesucristos” desencarnados,
insensibles a las muertes que se producen en las carnes de nuestra historia,
hijos de vírgenes consagradas a los falsos dioses del tener dinero, fama y
poder, que llenan los corazones de espejismos, que no conducen a la entrega por
amor al Amado, sino a entregarnos al juego de crear espectáculo por dinero,
fama o poder.
Necesitamos a María, que nos guíe por los caminos de la soledad, que nos
desvista de las corazas que proporciona el hacer para que se nos valore más.
Aceptar la soledad de María es desnudar el corazón y la vida, transitar por la vida
con las manos vacías y ofrecer el corazón a los toques del espíritu, para
recibir la gracia de poder participar en los misterios de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Nuestro señor Jesucristo como ella lo hizo, abiertos al don de
la vida en plenitud que nos hace Amado".
Don Ángel Julián Plaza Pérez de Madrid,
cura-párroco de Nuestra Señora de la Asunción.
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