Hablan nuestros Cofrades, Lucio Martín-Moreno Villaverde

UN AMOR INCONDICIONAL POR LA HERMANDAD

Lucio nació en la calle de la Soledad, frente a la iglesia del mismo nombre, el 15 de junio de 1937, de aquí su amor a la Virgen bajo esa advocación, amor y devoción que se tenia en su familia y que con el paso de los años él ha transmitido a los suyos. Es cofrade desde que nació, pues su madre decidió, tras el alumbramiento, ofrecérselo a la Virgen de la Soledad, quien, a lo largo de su vida, lo ha ido protegiendo y ayudando en todo lo que Lucio la ha necesitado. Este amor por la Virgen de la Soledad y el deseo de formar parte de su Hermandad se ha ido transmitiendo de generación en generación, pasando a formar parte de la misma al nacer los diversos miembros de la familia de Lucio y de esposa Dolores, quien comparte con él los suyos un profundo amor a María.

Procesión de nuestra hermandad en los años 60

Lucio nos cuenta emocionado que “con sólo dos años ya iba en las procesiones acompañando a la Virgen en los brazos de una de mis hermanas, y cuando fui un poquito mayor, acompañaba a mi abuelo Gerardo, también miembro de esta Cofradía. Y curiosamente ahora, uno de mis nietos, el más pequeño, también con dos años ha salido a nuestras calles, vestido de cofrade blanco, acompañando a la Virgen”.

Lucio echa una mirada atrás al pasado y recuerda con nostalgia que su vida ha estadio íntimamente ligada a la Hermandad y a la Virgen de la Soledad: “fui bautizado en la iglesia de la Soledad y durante seis años fui monaguillo”.

Cuando le preguntamos qué es lo que siente por la Hermandad de los Blancos su respuesta es contundente: “Siento orgullo, siento pasión por mi Virgen de la Soledad y me siento muy a gusto con los miembros de la Cofradía, porque al final todos queremos lo mismo, que la Hermandad siga prosperando y fomentando el amor a la Virgen, nuestra Madre”.

Virgen de la Soledad

Lucio afirma no desempeñar ninguna función concreta dentro de su Hermandad, sino “la de colaborar en lo que puedo, pues creo que no hay que estar dentro de la junta directiva para hacer cosas y luchar por la Cofradía, sólo se necesitan ilusión y ganas”. Y desde aquí afirmamos que eso es cierto, que, aunque Lucio cree no desempeñar ninguna función específica, sí que la ejerce, y la más importante: luchar por su Hermandad y por extender el amor a la Virgen de la Soledad. Lo demás sobra.

Muy emocionado nos comenta lo que para él representa la Virgen María, y en especial bajo esta advocación de la Soledad: “De corazón puedo decir que la Virgen supone en mi vida tanto como mi propia madre. La Virgen, en sus advocaciones de los Dolores y de la Soledad es uno de los pilares más importantes en nuestra familia”.

Tanto Dolores, esposa de Lucio, quien, como hemos comentado antes, comparte la misma ilusión y amor por la Virgen, como el propio Lucio, se han preocupado de transmitir el amor y los sentimientos de ilusión y entrega por su Hermandad año tras año, a lo largo de toda una vida, la suya, a toda su familia: hoy sus hijas y tres de sus nietos forman parte de esta Cofradía tan entrañable para ellos: “No queremos que la ilusión, las ganas de trabajar, la fe y el orgullo que sentimos por la Virgen de la Soledad y por esta Hermandad se pierdan nunca”, comenta al unísono el matrimonio.

Lucio nos comenta que hay muchas cosas que le gustan de su Hermandad, pero quizás sean las caras de nuestras imágenes lo que siempre le ha conmovido las entrañas: ver el dolor de una madre por la pérdida de un hijo. Es algo que no puede compararse con nada.

Procesión de los Encuentros, Jesús y Dolorosa, año 1999

Lucio finaliza su relato destacando que “tuve la ocasión de ser costalero con más años de la Virgen de los Dolores. Para mí fue la etapa más bonita que he vivido como cofrade. El primer año que porté el peso de María sobre mis hombros en la procesión de Los Encuentros sentí lo orgulloso que estaba de ser cofrade de los Blancos. Es algo que siento pero que no puedo explicar con palabras, eso hay que vivirlo”.

Hoy Lucio sigue formando parte activa de la Hermandad, vistiéndose cada procesión y ayudando cada Semana Santa, tostando el bateo para la Cruz de Mayo y en todo aquello que se le pide su colaboración.

En los últimos años Lucio porta el Libro de Reglas de la Cofradía, abriendo el cortejo de nuestra Hermandad, con una túnica plisada, que representa y simboliza las que nuestra Hermandad luciera a lo largo de su historia. La historia de la Hermandad de los Blancos y la historia de Lucio y su familia se mezclan. No entenderíamos a Lucio sin la Virgen de la Soledad, y sabemos que Ella lo tiene en un lugar privilegiado de su corazón.